Estimados lectores:
Esta semana leemos en la Torá acerca de las vestimentas de los kohanim en el servicio a Hashem.
Se explica con mucho detalle cuáles eran las cuatro vestimentas especiales del Kohen Gadol, el sumo sacerdote, y cómo estaban diseñadas; y también, se describen las cuatro vestimentas de lino de los sacerdotes regulares.
Estas vestimentas se consideraban tan importantes que, si un sacerdote entraba al servicio sin ellas, se lo podía llegar castigar con la pena capital ‒en caso de que lo hiciese adrede y con intención de rebeldía.
¿Por qué es tan importante la ropa? ¿Acaso no es suficiente con servir a Hashem con un buen corazón?
Esto me recuerda una famosa historia jasídica:
Hace más de 100 años, un jasid de Jabad vivía en la gran ciudad de San Peterbugo. No era frecuente que autorizaran a los judíos a vivir en las metrópolis, pero este hombre tenía los contactos suficientes para poder hacerlo.
Si bien era un devoto jasid, para realizar sus negocios, utilizaba trajes y sombreros de última moda, pero cuando viajaba a visitar al Rebe, cambiaba sus ropas y se ponía el traje negro y el sombrero de piel típico de los jasidim.
Una vez, estaba preparando su maleta para un viaje y, luego de pensarlo, decidió empacar solo la ropa moderna.
―¿A quién pretendo engañar? El Rebe debe saber que yo soy así, me visto a la moda. Sería hipócrita vestirme como jasid solo para entrevistarme con él.
Cuando entró a la oficina del Rebe, y este lo vio con su traje moderno le preguntó:
―¿Qué pasó que cambiaste tus ropas?
―Rebe, en verdad, siempre me visto así y no lo quería engañar más.
El Rebe le contestó con una sonrisa:
―Yo pensé que, cuando vestías según las pautas de la moda, estabas engañando al mundo, pero que internamente eras un jasid. Ahora que vienes acá vestido de esa forma, entiendo que ese también es tu interior.
A veces, no prestamos atención a cómo estamos vestidos porque pensamos que es solo el aspecto exterior y no el reflejo de quienes somos. Sin embargo, debemos saber que muchas veces nuestra apariencia dice mucho de lo que tenemos adentro.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy