Estimados lectores:

La semana pasada hablamos de la rivalidad entre hermanos, esta semana el núcleo de la historia se centra en la relación de dos hermanas, Rajel y Lea.

La historia es de competencia, pero también de mucho amor entre ellas.

Rajel sabía que Laban iba a engañar a su novio y le dio algunas señales a Lea en la noche de boda para que ella no pase vergüenza. Lea por otro lado, quería reivindicarse frente a su marido dándole mucha descendencia, pero cuando vio proféticamente que Rajel se iba a quedar sin “cupo”, oró por ella y Rajel quedó encinta.

Son nuestras matriarcas, todos los judíos somos descendientes de estas mujeres y la relación entre ellas nos deben dejar una lección.

A pesar de que competían constantemente para ganarse el agrado del marido, siempre hay una preocupación por lo que le está pasando a la otra, que no pase vergüenza, que no se amargue, que no entristezca.

En nuestro pueblo surgen competencias que a veces son acaloradas y extremas ya sea en la política o en los distintos ámbitos comunitarios, pero nunca debemos olvidar que somos hermanos. Podemos pensar distinto, pero si el otro va a pasar un mal momento, va a pasar vergüenza y yo lo puedo evitar voy a hacerlo.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy