Para el Director del Coro, un Salmo de David, una canción: El silencio es alabanza para Ti, Dios [que mora] en Tzión; y a Ti se pagarán los votos. Tú, que oyes la plegaria, a Ti toda carne viene. Las cuestiones de pecado me abruman; Tú expiarás nuestras transgresiones. Dichoso [el hombre] que Tú eliges y acercas para morar en Tus atrios; seamos saciados del bien de Tu Casa, la santidad de Tu Santuario. Respóndenos con actos imponentes como corresponde a Tu rectitud, Dios de nuestra salvación, amparo de todos [los que habitan] los fines de la tierra y mares distantes. Con Su fortaleza prepara El [lluvia para] las montañas; se ciñe poder. El aquieta el bramido de los mares, el bramido de sus olas y el tumulto de naciones. Quienes habitan los fines [de la tierra] temen [a Ti] por causa de Tus señales; el salir de la mañana y la tarde hacen cantar [alabanza al hombre]. Tú recuerdas la tierra y la riegas, la enriqueces abundantemente del arroyo de Dios lleno de agua. Tú preparas su grano, pues así lo preparas. Tú sacias sus surcos, gratificando sus legiones; con lluvias la suavizas y bendices su crecimiento. Tú coronas al año de Tu bondad [con lluvia], y Tus nubes gotean abundancia. Gotean sobre pasturas de desierto, y las colinas se ciñen de júbilo. Las praderas se visten de ovejas, y los valles se cubren con grano; resuenan, de hecho cantan.