Probablemente es la pregunta más vieja en la historia del pensamiento humano. Seguramente la más perturbadora, infrecuente e insatisfactoriamente contestada: ¿Por qué? ¿Por qué cosas malas le pasan a gente buena?
Todos conocemos los sentimientos que sobrevienen después de una discusión con el ser amado, a menos que tengamos el privilegio de conformar una pareja idílica, plena de dulzura y con ausencia total de discusiones.
¿Por qué había necesidad de nombrarlos de vuelta, si ya fueron nombrados - con más detalle todavía - en la lectura de hace dos semanas, la lectura de Vaigash?
Es el desliz más grande de Freud y por alguna razón sus comentaristas (por lo menos aquellos que yo he leído), no lo han notado… Aparece en su libro “Moisés y el Monoteísmo”. Un trabajo extraño que se publicó en 1939, época en la cual Freud se refugió en Gran Bretaña.
Hay quienes dicen que el pesimista es un optimista con experiencia. Y se puede entender por qué. Suele suceder que uno tiene sueños y proyectos y luego de mucho esfuerzo fracasa ¿Por qué, entonces, confiar siempre que las cosas saldrán bien?
D i-s estaba buscando a alguien que sacara a Su pueblo de Egipto. Por alguna razón, el talento local no estuvo a la altura: ni Aharón, un profeta, ni ninguno de los ancianos hebreos.