Un judío tradicional que se encontraba en una relación desaconsejada por la Torá, visitó cierta vez al Rebe para discutir su dilema religioso. Deseaba desesperadamente vivir su vida de acuerdo a la ley judía, pero su corazón lo llevaba persistentemente en una dirección diferente.
Después de presentar su situación al Rebe, el hombre se hizo silencio. Se preparó para una fuerte reprimenda, esperando que le dijeran en términos inequívocos la grave transgresión que estaba cometiendo.
El Rebe también permaneció en silencio durante unos instantes.
“Te envidio”, dijo finalmente. Sorprendido, el joven no entendió bien lo que quería decir.
El Rebe continuó: “Hay muchas escaleras en la vida; a cada persona le corresponde la suya. Las escaleras se presentan como los desafíos de la vida y las decisiones difíciles. Las pruebas a las que te enfrentas son los peldaños que te elevan a grandes alturas: cuanto mayor es el reto, más alta es la escalera. Di-s te ha dado esta difícil prueba porque cree que puedes superarla, y te ha dotado de la capacidad de hacerlo. Sólo a los más fuertes se les presenta una escalera tan desafiante como la tuya. ¿No ves, entonces, por qué te envidio?”.1
El Rebe no sólo no reprendió al joven, sino que incluso llegó a cambiar completamente su percepción de la situación en la que se encontraba. Ya no era el joven “condenado” como víctima de circunstancias fuera de su control, sino que ahora estaba bendecido con una oportunidad de oro para ascender por una escalera espiritual cuyos peldaños superiores llegaban más alto que la mayoría.
Su desafío único ya no era una fuente de vergüenza y sufrimiento; era un signo de la fe y la gracia especiales de Di-s.
Para apreciar más profundamente lo que el Rebe quería decir, primero debemos entender las fuentes básicas de tal perspectiva en el pensamiento judío. Sólo entonces podremos reconocer claramente la profundidad de esta expresión particular del Sesgo de Positividad del Rebe.
Aunque la Torá es indudablemente un todo orgánico, en el que cada concepto es interdependiente de todos los demás, es posible aislar un puñado de enseñanzas básicas que forman la base del enfoque radical del Rebe respecto a los desafíos.
En primer lugar, es una premisa básica que las luchas reflejan fortaleza, no debilidad. Esta idea está expresada en el Talmud, que dice: “Di-s no exige nada imposible a sus criaturas”.2
Así como es inconcebible que unos padres amorosos exijan a sus hijos, a sabiendas, una tarea que está más allá de sus capacidades, Di-s, nuestro Padre amoroso, no nos presenta un reto que esté por sobre nuestra capacidad de lograrlo.
Desde esta perspectiva, cada uno de nuestros desafíos individuales son en realidad señales de la confianza de Di-s en nuestro potencial latente; son, en efecto, pruebas de nuestros superpoderes no expresados que sólo esperan ser revelados.
En segundo lugar, y esto es clave, Di-s es bueno y no quiere otra cosa que proporcionarnos la bondad suprema. Para recibir esta bondad suprema debemos trabajar por ella y ganarla; de lo contrario, es lo que nuestros Sabios llaman “pan de la vergüenza”.3
El pan de la vergüenza es todo lo que se nos ha dado en nuestra vida sin un esfuerzo honesto por nuestra parte. Puede ser bueno, pero no es el bien supremo, y por eso no lo apreciamos plenamente.
Desde esta perspectiva podemos entender cada uno de los desafíos individuales de nuestra vida como una oportunidad más para “ganar” y disfrutar de un mayor nivel de bondad, ya que con nuestro esfuerzo seremos “dueños” de lo que hayamos conseguido.4
En tercer lugar, y esta idea puede ser la más contraintuitiva: Cuanto más santa o superior es la persona, más vulnerable es a las tentaciones despreciables. Esto también se expresa en el Talmud,5 que dice: “Cuanto más justo es uno, más poderosa es su inclinación negativa”.
En cierto nivel, esto nos recuerda que incluso quienes están espiritualmente avanzados siempre son susceptibles de error. Pero en cierto nivel más profundo, esta enseñanza nos obliga a no perder nunca de vista el santo potencial que subyace en todo transgresor. Porque son precisamente los que tienen el mayor potencial espiritual los que se enfrentan a las tentaciones más fuertes.
Con estos tres conceptos centrales en mente, exploremos ahora un puñado de diferentes áreas en las que el Rebe expresó su inquebrantable optimismo en las capacidades de las personas para superar sus desafíos particulares y revelar una nueva luz dentro de su oscuridad percibida.
La transición al mundo terrenal
En respuesta a cierto individuo que estaba luchando por hacer la adaptación desde el mundo de la ieshivá, donde la vida judía es compatible en todos los niveles, al mundo secular, donde la distracción y la desviación están mucho más accesibles, el Rebe escribió la siguiente poderosa respuesta.6
Si alguien desea alcanzar cualquier objetivo loable, el camino no es fácil, y uno debe estar preparado para hacer ciertos sacrificios. De hecho, cuanto más ambicioso y valioso sea el objetivo, mayores deben ser el esfuerzo y el sacrificio, que en sí mismos son criterios para medir la importancia del objetivo.
En este caso, el Rebe realmente interpreta la existencia de un desafío como una métrica para determinar el valor en el ámbito espiritual.
Otro punto señalado por el Rebe es que sólo a través de enfrentar los desafíos se manifiesta el ser más elevado de la persona. Esto revela un propósito aún más profundo de los desafíos que experimentamos: en rigor de verdad son un exfoliante existencial.
Como punto final, el Rebe añade:
Mirando hacia atrás en la historia judía, seguramente habrás notado que el Pueblo Judío fue digno de recibir la Torá sólo después de haber pasado por el crisol de la esclavitud egipcia, después de haber demostrado que era capaz de mantener su identidad y no ser asimilado en una cultura que en aquellos días era considerada como la más elevada y avanzada. Y así es en la experiencia personal de un individuo....
Enfrentando los desafíos empresariales
El siguiente ejemplo demuestra el Sesgo de Positividad del Rebe en relación con los desafíos empresariales.
En cierta ocasión, un individuo escribió al Rebe en busca de orientación y apoyo, ya que su negocio —cuyos beneficios se habían destinado a diversas donaciones benéficas— había sufrido un severo declive.
Luego de reconocer los comprensibles sentimientos de indignación y confusión del individuo por haber experimentado tal pérdida inmediatamente después de haberse comprometido a donar sus ganancias para apoyar la educación judía, el Rebe trazó una conexión alentadora entre su actual desafío y las “pruebas y dificultades del primer judío, nuestro Padre Abraham”:
Abraham recibió la orden de trasladarse a una tierra desconocida para él (Canaán, que más tarde se convertiría en Eretz Israel), donde se le prometió que sería grande y fuente de bendición para todos.
Sin embargo, apenas llegado allí, se desató una hambruna en esa tierra en particular con tal severidad que tuvo que partir de inmediato a Egipto, lo que sin duda fue con la aprobación de Di-s.
Bajo estas circunstancias, uno podría haber esperado que Abraham pudiera cuestionar muy seriamente la Providencia Divina, que parecía tan inconsistente y contradictoria.... Sin embargo, Abraham no sólo no se quejó, sino que lo hizo todo con alegría y regocijo de corazón, habiendo incluso llevado a su familia consigo.
Por supuesto, todo resultó ser sólo una prueba de su Bitajón [confianza] en Di-s, ya que inmediatamente luego Abraham fue ampliamente recompensado y regresó a Canaán cargado de ganado, plata y oro, como nos cuenta la Torá.... A la luz de lo anterior, deberías considerarte muy privilegiado por tener el zejut (mérito) de ser considerado digno de nisionot (pruebas) similares a las anteriores, y la comparación obviamente no requiere de mayor elaboración.7
En esta fascinante carta, el Rebe establece una comparación simbólica entre este hombre de negocios que experimenta una prueba de fe y nada menos que Abraham, el padre del Pueblo Judío. No sólo no estaba solo en sus luchas, sino que debido a sus dificultades financieras y el consiguiente desafío a su fe, ahora tenía la oportunidad de seguir los pasos de nuestro más venerado antepasado espiritual.
En este escenario particular, vemos que la capacidad de enfrentar con dignidad las dificultades en los negocios tiene repercusiones espirituales concretas. De hecho, la forma en que una persona actúa en relación con su medio de vida es uno de los principales campos de prueba en los que su fe se refleja y se revela con mayor claridad.
Incluso los reclusos pueden centrarse en lo positivo
Para nuestro ejemplo final, seguiremos al Rebe hasta el auténtico pozo de la prisión. Veamos cómo el Rebe responde a los individuos que se encuentran encarcelados, donde sus libertades personales y su dignidad están a menudo severamente limitadas y comprometidas.
Cierto fin de semana, una organización que atiende las necesidades de los reclusos judíos organizó un programa extendido de estudio de la Torá en Crown Heights para los judíos que se encontraban en prisiones federales. El programa incluía la participación en el farbrengen (reunión pública) del Rebe de Lubavitch en la tarde de Shabat. Durante dicha reunión el Rebe enseñó lo siguiente:8
Todo el concepto de prisión como castigo no es acorde a la Torá... Encontramos que Iosef fue puesto en prisión... pero ello sólo en referencia a la conducta de los egipcios. Aunque hay dos casos en la Tora en los que las personas fueron puestas en “custodia”, esos no fueron castigos. Más bien, como continúan los versículos en ambas instancias, sólo fueron mantenidos allí hasta que se supiese el castigo correcto que debían aplicarles. Lo mismo se aplica a otras instancias en la ley judía: sólo son un precursor de otros castigos.
La razón es simple: La misión de cada persona en la tierra es hacer para Di-s una morada en este mundo, el más inferior de todos. Por lo tanto, no hay ninguna razón para recluir a una persona en prisión bajo llave, porque hacer eso es negar la posibilidad de que lleve a cabo su misión, en contra del propósito de su creación en esta tierra.
Sin embargo, para las naciones del mundo el encarcelamiento es algo común y aceptado, y, como ya se ha dicho, esta conducta se remonta al antiguo Egipto y ha continuado a través de los tiempos hasta nuestros días.
Sin embargo, incluso para ellos, en los países ilustrados que actúan con justicia, se ha producido un cambio para bien en lo que respecta al concepto de prisión: ya no es simplemente para causar dolor y sufrimiento, sino para aportar beneficios concretos. Primero y principal, para que la persona no represente un peligro para la sociedad. Además, utilizan el tiempo que el recluso pasa en prisión para retornarlo al camino del bien y enseñarle la verdad, preparándole así para una nueva vida
—una vida basada en los fundamentos de la integridad y la justicia— que le espera cuando salga de la prisión... El punto principal para ellos es devolver a los presidiarios al camino correcto y llevarlos a un lugar donde puedan pasar una nueva página y logren conducir sus vidas de acuerdo con la integridad y la justicia. Y, además, ellos mismos pueden ayudar a otros a cambiar para mejor relatando sus historias de vida personales y las consecuencias que debieron afrontar....
Podemos aprender de esto una lección en la forma en que servimos a Di-s:
El concepto general de exilio es similar al de una prisión, porque el hecho de que un judío sea incapaz de cumplir las mitzvot que están relacionadas con el Templo Sagrado es similar a un prisionero que no es libre de hacer lo que desea. Y esto al margen del hecho de haber sido exiliado de su hogar y lugar apropiado, la tierra de Israel. Como dicen nuestros Sabios, somos “hijos que fueron exiliados de la mesa de su padre”.
Sin embargo, la intención en esto es la de un descenso que lleva a un ascenso. Por lo tanto, incluso cuando estamos en el exilio, debemos utilizar esta oportunidad para bajar y revelar la Divinidad incluso en el lugar más oscuro, en el seno del exilio... y a través de esto podemos lograr un ascenso increíble, que no habría sido posible sin el precedente descenso.
En otro discurso,9 el Rebe señaló que la intención de la prisión en los países ilustrados es educar al prisionero para que cambie sus costumbres y pueda vivir una vida adecuada al ser liberado. Además, el objetivo es magnificar sus buenas cualidades y eliminar las conductas “no deseadas” explicándole que no valen la pena. El Rebe continuó diciendo que los prisioneros deben darse cuenta de que, dado que tienen el poder de ser liberados antes de tiempo mediante una buena conducta, deben considerar que las llaves de su reclusión están en sus propias manos y, por lo tanto, no deben sentir que están verdaderamente encarcelados. E incluso aquellos a los que les quedan demasiados años para que ello sea puesto en consideración, deberían al menos darse cuenta de que, como afirma Maimónides, cada persona tiene el poder de inclinar la balanza del mundo entero con una sola acción positiva. Por lo tanto, añadiendo buenas acciones, tienen la capacidad de acelerar la llegada de Mashiaj, momento en el que serán liberados no sólo del exilio general, sino también de su exilio personal.
El Rebe, de manera característica, le dio la vuelta a un destino que otros naturalmente maldicen, presentándolo en cambio como una poderosa fuente de potencial bendición.
De todas estas historias se desprende que el Rebe creía firmemente que todo podía y debía relacionarse con el bien supremo.
Es natural que los repetidos desafíos morales y espirituales erosionen nuestra autopercepción de ser virtuosos y santos en esencia. Esta imagen corroída de uno mismo a menudo sólo sirve para socavar aún más nuestros esfuerzos por superar el círculo vicioso y autodestructivo de la transgresión, el fracaso y la depresión.
En medio de cualquier desafío, es muy fácil rendirse o culparnos a nosotros mismos. Esta tendencia derrotista sólo nos mantiene atascados en nuestro propio sufrimiento, o peor aún, nos arrastra a circunstancias aún peores.
Además, nos es muy fácil juzgar a otros que han tomado lo que nosotros consideramos malas decisiones. El Rebe, que siempre fue un ejemplo de una perspectiva más elevada, veía el potencial de cada persona y buscaba incansablemente activar sus energías y recursos dormidos para lograr un cambio positivo. A menudo enseñaba que, desde un punto de vista espiritual, las pruebas y los desafíos de la vida, por definición, indican fuerza interior, no debilidad, así como la fe de Di-s en nosotros y nuestra capacidad de superar y sobresalir.
De hecho, el Jasidismo enseña que la palabra hebrea nisaión, “prueba”, está vinculada etimológicamente con la palabra hebrea, “elevar” y “milagro” (siendo este último la elevación de lo sobrenatural por sobre lo natural): nes. Esto resalta el hecho de que, desde el punto de vista Divino, un desafío proporciona los medios para la elevación y el ascenso, así como las condiciones para que nos desempeñemos más alto y mejor y para crear milagros personales.
Por lo tanto, ninguna situación debe considerarse imposible de abordar de forma constructiva. Siempre existe la posibilidad de elegir libremente y trabajar duro en respuesta a cualquier circunstancia.
Por consiguiente, todos los desafíos, si se asocian de forma positiva, pueden servir para reforzar nuestra propia imagen, ya que demuestran la fe mayúscula de Di-s en nuestras capacidades para superarlos.
Desde esta perspectiva, una lucha personal puede incluso verse como una señal de gracia, ya que Di-s ama a aquellos a los que castiga.10 Cada prueba de nuestra fe o carácter es un portal potencial de transformación para el bien; todo depende de cómo la abordemos y la transitemos.
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