De David: Adonái, a Ti clamo, mi Roca, no enmudezcas por mí. Si Te me muestras indiferente, yo sería igual que aquellos que descendieron a la tumba. Oye el sonido de mi súplica cuando Te imploro ayuda, cuando alzo mis manos hacia Tu sagrado Santuario. No me atraigas a los perversos y a aquellos que cometen delitos. Aquellos que hablan pacíficamente con sus semejantes mientras el mal albergan en sus corazones. Dales de acuerdo a sus actos y conforme el mal de su maldad; según sus obras dales, devuélveles retribución. Pues ellos no comprenden las acciones de Adonái ni Su obra. Que los destruya y no los reconstruya. Bendito sea Adonái, pues oyó la voz de mi súplica. Adonái es mi fortaleza y mi escudo; mi corazón confía en El. Fui asistido y mi corazón se regocijó, con mi canto Le agradezco. Adonái es fuerza para ellos. El es la fortaleza de salvación para Su ungido. Salva a Tu pueblo, y bendice a Tu patrimonio; guárdalo y ensálzalo para siempre.
Extraído del libro
Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch
Sudamericana
© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.
Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.
Derechos Reservados.
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