Cántico para la dedicación de la Casa, por David: Te ensalzo, Adonái, porque me has elevado, y no has permitido a mis enemigos alegrarse por mi causa. Adonái, mi Dios, clamé a Ti, y me has curado. Adonái, hiciste subir del Sheól mi alma, me diste vida para que no descendiese al pozo. Cantad a Adonái, vosotros, Sus piadosos, y alabad Su santo Nombre. Porque Su ira dura sólo un momento, cuando El es conciliado hay vida [larga]; cuando uno se retira por la noche llorando, por la mañana sobrevendrá la alegría. En mi seguridad pensé que no vacilaría nunca. Adonái, con Tu favor has hecho que mi monte se yerga fuerte; cuando ocultaste Tu rostro, quedé conturbado. A Ti, Adonái, clamé, y a Adonái supliqué: ¿Qué provecho hay en mi muerte, en mi descenso a la tumba? ¿Acaso Te puede alabar el polvo? ¿Puede proclamar Tu verdad? Oye, Adonái, y agráciame; Adonái, sé mi ayuda. Tú has convertido mi duelo en danza, has desatado [las cuerdas de] mi cilicio y me has ceñido de alegría. Por ello mi alma cantará a Ti y no callará; Adonái mi Dios, Te alabaré por siempre.