PREGUNTA:
Oí a un antropólogo que hablaba sobre las pelucas. Dijo que le parecía irónico que las mujeres judías observantes las usen. En el Judaísmo bíblico, la regla es que las mujeres casadas deben cubrir su pelo para ser modestas y poco atractivas. En los tiempos más recientes, las mujeres llevan pelucas que a veces son más seductoras que el pelo natural. ¡Llevando una peluca así, desaparece el propósito de cubrir el pelo! Estaba dando esto como ejemplo de cómo las culturas olvidan las razones existentes detrás de sus antiguas tradiciones, y las costumbres pueden evolucionar en cierto modo contradiciendo su intención original. ¿Tiene algún comentario al respecto?
RESPUESTA:
Ese antropólogo no sólo ha confundido una peluca con el cabello real, sino también ha confundido la verdadera modestia en su versión original. Él iguala la modestia con la falta de atractivo, pero ésa es su definición, no la del Judaísmo. Desde la perspectiva judía, la modestia no tiene nada que ver con ser poco atractiva. Más bien, la modestia es un medio para crear privacidad. Y eso es lo que una logra la peluca.
El cabello cubierto nunca fue pensado para que la mujer casada parezca fea. La belleza es un regalo Divino, y la tradición judía anima a hombres y mujeres a cuidar su apariencia y parecer siempre presentables. La tradición judía también anima la modestia; no para disminuir nuestra belleza, sino para encauzar nuestra belleza y atractivo y reservarla a dónde pertenece: dentro del matrimonio.
Cubriendo su pelo, la mujer casada hace una declaración: “No estoy disponible. Pueden verme pero no estoy abierta al público. Ni siquiera mi pelo, la parte más obvia y visible de mí, no es para vuestros ojos.”
El pelo cubierto produce un efecto profundo en el usuario. Crea una barrera psicológica, una distancia cognitiva entre ella y los extraños. Su belleza es visible pero discreta; ella es atractiva pero indisponible.
La peluca logra exactamente el efecto deseado, porque una peluca permite a una mujer cubrir todo su pelo, mientras mantiene su apariencia atractiva. Puede estar orgullosa de la manera en se ve sin comprometer su privacidad. Y aun cuando su peluca parece tan real como para que se la confunda con el pelo natural, ella sabe que nadie está viendo su cabello. Ha creado un espacio privado, y sólo ella decide a quién permitir entrar en él.
Quizás en otras religiones belleza y modestia no se mezclen. Ésta no es la visión judía. La verdadera belleza, la belleza interna, necesita de la modestia para protegerla y permitirle crecer.
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