Aunque siempre supe de su carácter inconstante, esperaba y rogaba que con la vida en matrimonio él se calmara ¡Qué equivocada estaba!

Su inseguridad era muy profunda. Él era hijo único de padres enfermos; su falta de seguridad aumentaba por el hecho de que yo como enfermera podía mantener a la familia mientras él deambulaba de un trabajo a otro.

Mi trabajo, aunque era duro, era también mi salvación, porque una vez en uniforme, podía escapar por algunas horas a un mundo en donde la gente realmente me necesitaba, a un mundo de paz donde podría hacer una diferencia.

La violencia era física, pero siendo un ex soldado antiterrorista, él tenía cuidado de no dejar huellas de su abuso.

Con el tiempo llegó a ser psicológica, calculada… con amenazas de encerrarme en un manicomio porque yo estaba loca, y de nunca permitirme ver a mis hijos. Este abuso era más duro que el físico y más difícil de probar.

Como todas las buenas madres, me negaba a limpiar los trapos sucios en público, e incluso mis amigos más cercanos no tenían idea de cuánto sufría.

En retrospectiva, es evidente que sufría de un grado suave del síndrome de Estocolmo, un síndrome en el cual la víctima termina defendiendo a su abusador, e incluso siente pena por el.

Se pueden preguntar por qué aguanté tanto tiempo. Principalmente porque como inmigrante sin familia o amigos para apoyarme, la opción de permanecer por lo menos en un hogar con mis hijos y mi oficio de enfermera, parecía mejor que mudarse a un hogar de mujeres golpeadas. También tenía fe que de alguna manera, él cambiaría.

Finalmente, en el año 2007, me golpee la espalda gravemente y no pude proporcionar un ingreso para mi marido.

Un año más tarde, él me dejó. Ya había pasado la fecha de expiración del producto. Fue lo mejor que me pudo haber ocurrido; ¡finalmente estaba libre!

Hoy estoy reconstruyendo mi vida, y estoy más feliz que nunca, participando activamente de mi sinagoga local con una gran red de apoyo. Aunque mi espalda todavía me impide trabajar como enfermera, me mantengo ocupada gozando de mi libertad con mis hijos y amigos. He comenzado recientemente a publicar mis poesías e historias, y estoy determinada a difundir que la violencia no debe ser tolerada. Esto y mis hijos me dan motivación para continuar. ¿Lo único de lo que me arrepiento? Que no tuve el valor de escapar antes.


Este poema esta dedicado a todos los que han sufrido abuso. Si usted sabe de alguien que ha sufrido abuso o todavía está sufriendo, lo impulso a hacer algo — ¡Quedarse de brazos cruzados no es una opción!

(Nota del Traductor: El poema original es en inglés por lo cual en español no tiene la misma rima)

¡CAUTIVERIO!

Él me mantuvo en cautiverio
Él arrojó la llave
Él bajó todas las ventanas
Para que nadie pueda ver

Él desenchufó todos los teléfonos
E Internet también
Él pensó que su nombre era Satán
¡Condenándome al infierno!

Pero él no estimaba mi fuerza
O la distancia a la que podía llegar
Él no sabía de los secretos
¡Qué sólo las mujeres saben!

Él pensó que estaba rendida
Y nunca sobreviviría
Y en sus sueños más salvajes,
Di-s ¡sería mi guía!

El poder de la plegaria es infinito
Que nadie puede reemplazar
Esa fuerza interna se acumula dentro
De los que están en necesidad

Fue el destino, o solo beshert
¿O tenía que ser?
Que el matón no ganó esa noche
Que el ganador fui… ¡Yo!